miércoles, 13 de julio de 2016

Maltrato

  Si investigamos en la raíz de esta palabra que nos da hoy título vemos que, básicamente, se compone de dos que se hacen una, el adjetivo "Mal" junto con el sustantivo "trato". Concentrándonos en esta última nos damos cuenta que el sinónimo de la misma es un acuerdo, lo que, a su vez, nos da directamente de bruces con la cuestión de que una situación de maltrato está acordada por los sujetos intervinientes en la misma. Por otro lado, el adjetivo "mal" nos califica el hecho como algo pernicioso, desagradable, que es preferible evitar.
 
  Reflexionando sobre ello enseguida se nos pueden plantear distintas cuestiones:
- ¿Cómo es posible que lleguemos a este tipo de trato-acuerdo?
- ¿Cuál puede ser el sentido del mismo?
- ¿Qué actitud se suele seguir y cual podría ser la más conveniente?
 
La rotunda y clara respuesta que está detrás de cualquier situación de este tipo es darte cuenta de la alarmante falta de amor que existe en tu Ser profundo. Ya seas el sujeto o el objeto de este mal trato es esa carencia grave de amor la que ha hecho que tu íntima divinidad tenga que hablar a gritos para que, de una vez por todas, te escuches, emerjas de las profundidades de tu inmenso ruido, y empieces a reconocerte. Has llegado hasta aquí porque has caminado ciego, te has empeñado tanto en no ver que no has aceptado ni los bastones ni los perros-guía que han ido surgiendo por el camino, cayendo finalmente, a plomo, al pozo oscuro de tus ignorancias. A partir de ahí, vas atrayendo la experiencia sin apenas darte cuenta, y cuando todos los actores estáis preparados, comienza la obra, cada uno se sitúa en su papel, y tú en el tuyo, el que hayas decidido experienciar para hacerte consciente, ya sea el de mal-tratador (sujeto) o el mal-tratado (objeto). El primer paso, ya que es lo que se está acostumbrado a hacer por la proyección-manifestación de los diferentes "daños colaterales" será huir, huir de nosotros mismos, que es lo que hasta ahora mejor sabíamos hacer. Pero, a medida que el brillo de la consciencia nos ilumine, el huir dejará de ser huir, para convertirse en apartarse, y desde ese apartado, desde ese recóndito lugar del corazón donde reina el silencio, descubriremos que el amor que creíamos que nos faltaba siempre había estado ahí, esperando, paciente y generoso, que tú, yo y todos, vibráramos en la natural frecuencia de una existencia que ha sido, y siempre será, una con nosotros.

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